Anoche tuve el placer de asistir al concierto de Mileth y Cuélebre en Independance Club. Se trata de un evento que no se me escapó porque le sigo la pista a Cuélebre desde que los descubrí en junio de 2015, debido a su participación en la primera edición del festival Raíz Ibérica.
Aforo a media asta para una propuesta musical de nicho. Considerando que este evento se programó en pleno puente de todos los santos, no está mal, para qué mentir. Además, soy de los que piensan que la calidad es más importante que la cantidad… y creo que todos los implicados, público y artistas, nos plantamos allí con la mejor disposición para disfrutar de la velada.
Hora temprana de inicio que, sumada a la puntualidad, se tradujo en una hora temprana de finalización. Eso, para mí, es motivo de enhorabuena. La buena organización se agradece.
Ahora, a la faena.
Cuélebre
Qué decir de Cuélebre (denominación inspirada por la mitología asturiana). Pienso que Yhandros Huergo tiene mucho mérito por haber concebido este proyecto musical en 2011 y, además, haber aglutinado a su alrededor un extraordinario conjunto de músicos para desarrollarlo y darle vida en directo, más allá del estudio.
Con dos álbumes en su haber (Oinos y Anamann) y un tercer álbum anunciado para este mismo año, Cuélebre es una apuesta rotunda por el folk medieval que ha conseguido hacerse un hueco con relativa rapidez. ¿Por qué? Porque hace gala de un sonido propio, caracterizado por la inclusión de instrumentos como el didgeridoo, que explora temáticas prerrománicas (muchas de las letras de sus canciones están basadas en hallazgos arqueológicos). Bouzouki, flautas, percusión, zanfona… instrumentos tradicionales para reinventar la tradición.
Cuando afirmo que Cuélebre ha logrado labrarse una reputación no lo hago de forma gratuita. Han actuado en eventos internacionales como Castlefest (Holanda), Celtic Night y Trolls et Legendes (Bélgica), Mediaval Festival, el festival itinerante MPS y Wave Gotik Treffen (Alemania), Yggdrasil Festival y el Festival Céltico di Beltane (Italia), etc.
Aunque cayó algún que otro tema de su nuevo álbum, Dijara, el grueso del setlist lo formaron temas ya clásicos del grupo: Dekam Kwennos, En la niebla, Fodder for the raven, etc. Y sonaron bien, francamente bien. Cuélebre es uno de esos grupos que creo que cualquiera que tenga una mínima sensibilidad musical va a disfrutar. Hacen lo posible por conectar con el público, cosa que siempre se agradece, y la interpretación de sus temas, con un característico sonido orgánico y rítmico, es impecable. Consiguen (re)crear una atmósfera muy especial
Más que recomendable para todos los seguidores de grupos como Corvus Corax, Hagalaz Runedance, The Moon and the Nightspirit, etc. Combinación ideal con proyectos nacionales como Árnica, Narsilion, Trobar de Morte, etc.
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Descanso
Por lo general, los parones entre distintas actuaciones no suelen tener mucha historia. Cuando hay suerte los organizadores del evento se encargan de que alguien ejerza de DJ para hacer que la espera resulte más llevadera, pinchando algo que esté más o menos relacionado con los estilos preponderantes. Esto no suele tener la mayor trascendencia, pero en esta ocasión quiero mencionarlo porque la selección musical resultó sorprendemente adecuada: Eivør, Hedningarna… folk nórdico de primera división.
Mileth
Estoy familiarizado con el celtic metal, aunque no se trata de un género que escuche de forma habitual. Sea como fuere, eso no es impedimento para que Mileth se haya convertido en un hallazgo prometedor (y para que este mismo mes me toque ver a Eluveitie, grupo helvético en la misma línea… aunque los que más me interesen sean sus teloneros, Lacuna Coil).
Los orígenes del celtic metal, como subgénero del folk metal, se remontan a finales de los ochenta -o más bien principios de los noventa- con Skyclad, aunque lo más probable es que el primer grupo de genuino folk metal fuese Cruachan. Skyclad nació como grupo de thrash metal que incorporaba elementos folkies, mientras que para Cruachan, claramente influenciados por Skyclad, estos elementos folk son piedra angular de su estilo. Mención aparte merecen Primordial, Falkenbach y Mago de Öz, tres pioneros en hacer incursiones en este estilo ampliamente reconocidos. Ahora bien, el folk metal no se popularizará hasta la llegada del nuevo milenio, con la irrupción de grupos nórdicos como Korpiklaani, Fintroll, etc. También es de justicia destacar el papel de grupos alemanes como Subway to Sally o In Extremo, con su medieval metal.
Algo me dice Mileth bebe de todo lo anterior, pero sin renunciar a una impronta propia: la apuesta de fusionar el metal extremo con la rica tradición musical gallega.
Aquí quiero hacer un inciso, ya que desde la década de los ochenta la música tradicional gallega comenzó a englobarse en la «tradición» celta del eje atlántico. Sin embargo, la realidad es que esa influencia «céltica» es bastante discutible; la gaita, por ejemplo, es un instrumento que ha estado presente en media Europa y que proviene de Persia. Milladoiro realizó una valiosísima labor de recopilación de música tradicional, mientras que otros grupos de «musica folk» (otra etiqueta debatible) han adoptado elementos más propios de la tradición escocesa e irlandesa que de la gallega. Por ejemplo, la inclusión de violines o acordeones, instrumentos que los emigrantes irlandeses y escoceses comenzaron a integrar tras su llegada a Estados Unidos. La etiqueta «celta» vende, pero no es mucho más que eso… una etiqueta. Lo siento por la diatriba (pero no demasiado).
Centrémonos en Mileth, iniciativa que se concibe en la Mariña Lucense para tomar forma en Vigo, en 2009. La puesta de largo de su álbum Catro pregarias no albor da Lúa Morta, ha sido también la primera actuación del grupo en Madrid y, quizás, la última vez que coinciden todos sus miembros actuales sobre un escenario.
Mileth es una rareza. Recuerdo algún que otro proyecto de metal extremo, con un estilo marcadamente progresivo, oriundo de Vigo (en concreto, el extinto Fallen Sentinel), pero la originalidad que aporta la utilización de instrumentación gallega e irlandesa (flautas, gaitas, cucharas, panderetas, etc.), las letras en gallego y la introducción de melodías y fragmentos vocales basados en la música popular gallega (como los alalás) se convierte en un elemento diferenciador.
Poco a poco fueron desgranando temas como O Son do buxo baixo a sombra do Xistral, De bruma e salitre, Ela, que camiña entre as raíces do Frío inferno, etc. Temas que oscilan entre el black y el death metal melódicos, enriquecidos por coros y la fuerza de las voces de Dana y Marcos. Para mi gusto, bajo y guitarras ahogaban un poco el buen hacer de los vocalistas y de la instrumentación «no eléctrica», pero que nadie me malinterprete… la calidad del sonido fue buena.
Los ocho músicos sobre el escenario se lo curraron, las cosas como son. Creo que su balance de esta experiencia será positivo y creo también que los que estabamos entre el público supimos valorar su buen hacer. Hay muchas horas de ensayo detrás de una actuación tan solvente como ésta.
Creo que Mileth cumplen todas las condiciones para aspirar a convertirse en una referencia del folk metal nacional… y con su álbum Catro pregarias no albor da Lúa Morta han marcado un hito. Sólo queda, por tanto, desearles que cosechen todo el éxito que merecen.