Para hoy sólo puedo garantizar
negrura bronca y densa,
gusanos de seda anidados en las entrañas
y nevadas de cal viva en las sienes.
Ventiscas de caricias quebradas,
y deseo furtivo por el rabillo del ojo.
También cierto regusto amargo a risas de niños,
regueros de sangre entre la hojarasca
y quizás un ápice de esperanza.
No es mucho. No es mucho, no.
¿Pero quién da más?
Escuchando: The Courtesan & The Samurai – Olen’K