Haced lo que yo digo, y no lo que yo hago

Hace ya tiempo que los medios especializados se traen entre manos la revolución del márketing que viene (o que más bien ya está aquí, y ha llegado para quedarse). Que si dialogar con el consumidor, que si potenciar la experiencia de marca, que si abandonar el cortoplacismo… y todas esas cosas tan bonitas (que además son ciertas, para qué engañarnos).

En relación al mundo web, la tendencia es evitar la «publicidad intrusiva». Hasta aquí todo perfecto. De hecho, artículos como «Mensajes Relevantes en el momento oportuno, el reto del sector publicitario» o «Publicidad contra sociedad» versan sobre estas cuestiones.

Al acceder a estos dos artículos no resulta precisamente difícil darse cuenta de que hay numerosos términos en color azul y subrayados. Al pasar el puntero por encima sale a luz una bonita «sobreimpresión», como quien no quiere la cosa. Publicidad, cómo no. Un ¿nuevo? invento. Bien.

Esto no es precisamente cómodo para el lector, como es evidente. Pero no sólo eso, sino que, además, me parece un tanto… dudoso en cuanto a su idoneidad, desde un punto de vista estrictamente publicitario. Una vez que el lector haya comprobado la presencia de publicidad, que pretende vincular términos con anunciantes -de forma un tanto indescifrable para mí, añadiré-, ¿va a molestarse en ir explorando vocablo por vocablo? ¿Esto es útil para satisfacer al cliente? ¿Para facilitarle información de su interés? ¿Para posicionar una marca? ¿Para qué coño sirve eso, por el amor de dios? Me encantaría que alguien tuviese la bondad de explicármelo. Ah, y de mostrarme los ratios de conversión a cliente de este sistema.

Veremos cuánto dura el invento, porque, aún a riesgo de equivocarme, no le auguro mucho éxito. Sobre todo si se trata de PPC.

Escuchando: Simurgh – Irfan

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