Sorprendente, cuando menos, la actuación de O Fillo Pausado para comenzar la velada. Un tour de force de un valiente capaz de columpiarse en la delgada línea que separa lo poético y de lo ridículo, en el que el éxito se debe a lo genuino de la propuesta, al alejamiento de las poses tendenciosas y los modernismos gratuitos. Al universo propio de Magú Castromil. Un directo divertido, aunque lejos de mis gustos, en el que lo mejor para mi gusto fue el violín de Eva.
Y Baby Dee. Qué decir de Baby Dee. Alguien capaz de producir un álbum de paisaje sonoro con cantos de pájaros grabados en el jardín de su casa. Parece mentira que esa figura alta y corpulenta, que esas manos toscas y en esa sonrisa mellada escondan a una señorita con una sensibilidad muy especial. Talento a raudales y mucha, mucha emotividad; canciones al piano con un toque cabaretero y circense, temas llenos de claroscuros en un difícil equilibrio entre la delicadeza del arpa y el filo cortante de las letras. Desde luego no sorprenden las colaboraciones con Marc Almond, David Tibet o Antony and the Johnsons.
Mucho concierto, aunque supiera a poco… y una foto de recuerdo.
Escuchando: Kat’s sacrifice – Bear McCreary